jueves, 26 de julio de 2007

De los partners de El Solo. Seuda introducción para irnos conociendo.

"Arrebol nº 2".
San Vicente de Tagua Tagua, El Cristo.
Invierno de 2007.
El Solo, el autor.


Y así vamos domesticándonos,
en estos espacios,
¡nuestro espacio!…
el de ustedes.

A esta hora, después del arrebol,
cuando todos somos negros,
al igual que los gatos de Doisneau,
los siento…

¡Dentro de mí,
siendo parte de mi,
casi conformando mi carne!…
¡amigos míos!

Están lejos pero me cubren a toda hora,
con sus palabras, con sus pensamientos,
con su llegada… con su presencia.
Así la ausencia no es tal, es sólo un número…

una distancia…

Y de esa manera se acercan, me cobijan,
me duermen toda noche,
mis noches,
nuestras noches.

Los sueño, los recreo, los adoro...
... y en mis veladas los arropo,
siendo solo uno en este frío,
yo y ustedes… "nosotros".

El arrebol ya no existe,
el manto negro ha caído
y aun así los veo,
están en mi…

como en todas las noches de este tiempo.

Son mi mente y mi carne,
son mi alegría que ahuyenta el llanto,
son mis penas ya esparcidas y abandonadas...
Son el preámbulo del nuevo día.

Así término esta página, este espacio, con esta imagen…
El atardecer constante bien vale un amanecer, tan sólo uno…
Son sus manos quienes plasman el color,
ustedes me lo han entregado.

Y créanme que más pronto que tarde
estaremos compartiendo un buen vino
bajo los mismos colores,
acá o quizás en otros lugares.
Pero tengan presente una cosa…
Como ya les dije, serán los mismos colores.




"Nocturna nº 3".
San Vicente de Tagua Tagua, El Cristo.
Invierno de 2007.
El Solo, el autor.


Duerman bien.
"Tener que morir para ser otros".



El Sólo, (muy ebrio).
Invierno de 2007.




miércoles, 25 de julio de 2007

Otra introducción: "El imperio de las circunstancias, nuestro Infierno ganado".

"Nocturna nº 2, Pira de álamos".
San Vicente de Tagua Tagua. El Cristo.
Otoño de 2007, (3 de Julio de 2007).
El Solo, el autor.




(Previa)



Reafirmo… El paraíso perdido vale un infierno ganado...

Mañana u otro día les muestro el último segundo,

El imperio de las circunstancias no buscadas…

Esa noche, aquel infierno…



(Continuación)



"El imperio de las circunstancias, nuestro Infierno ganado"



Y acá nos encontramos, a segundos de la nada.

A los lejos, en el horizonte,tan sólo un recuerdo de lo que éramos…

Un breve y rojo destello,

Ahogándose con nosotros.



Más cerca, frente a nuestros ojos,

aun persiste una idea de lo que nos rodeaba.

Los álamos coronan el límite de todo aquello que fué.

Ya nada queda, sólo una imagen de ciertos ocres,

una breve ilusión de cuando iluminábamos.



Se anuncia el fin y ya no fuimos dioses,

ni un intento de ser protagonistas…

No fuimos derrotero, menos camino andado…

Simplemente pasaron sobre nosotros,

Olvidándonos a un costado del camino.



Este es nuestro infierno,

El imperio de las circunstancias,

El cubil de nuestros errores…

Nuestra “nada”.



¡El paraíso perdido vale un infierno ganado!



Así todo:

Una esperanza aun?

Una idea…

Un recuerdo…

Una salida…



Cuál… después del arrebol,

una vez caído el manto oscuro,

siempre queda la posibilidad

de amanecer nuevamente…

Y no simplemente morir sin despertar.



¡Un paraíso por ganar bien vale una estadía previa en el infierno!




El Sólo, Invierno de 2007.

"De el Destirro de El Solo".





Otra introducción: Sobre el Destierro de El Solo.

"Arrebol nº 1".
San Vicente de Tagua Tagua, El Cristo.
Otoño de 2007. (martes 3 de julio de 2007).
El Sólo, el autor.



Arrebol, la luz que queda una vez que ha entrado el sol... Arrebol.

Así también ocurre con algunas personas,
tan sólo dejan un breve rastro de claridad,
toda vez que se han mostrado,
negando la ansiada luminosidad
después que nos han entregado.

Arrebol… el engaño mas certero.
¡Cuántas veces queremos perpetuar esos colores,
queriendo retenerlos, soñando con serlos…
pensando en dedicarlos!
¡Pero no!, estos mueren más rápido que la luz.

Arrebol… El paraíso perdido vale un infierno ganado...

Así lo único claro es la muerte de la claridad,
después de la fuga de los ocres.
Deseamos… ¡gritamos su presencia!
Y qué nos regala a cambio…
Tan sólo una certeza.

Cuál… que después del Arrebol,
luego de maravillarnos falsamente,
lo único claro es el manto oscuro,
la noche eterna sin su presencia.

Reafirmo… El paraíso perdido vale un infierno ganado...

Mañana u otro día les muestro el último segundo
El imperio de las circunstancias no buscadas…
Esa noche, aquel infierno…



Duerman bien…
En especial tú…

"De el Destierro de El Solo"

jueves, 12 de julio de 2007

Extracto de "El Diario de El Solo". Sobre Natalia, 2ª parte... y ojo... ¡aun no empezamos!.

La bestia herida
o
desencuentros en “Bal le duc
”.



Máximo: Natalia. Habla Máximo... que onda, quedé esperando tu llamada, dime si quieres salir conmigo o sino para llamar a otra persona...

Natalia: ¡Hay máximo!, ¡que pesaooo! (risas).[1]

Máximo: No es eso, sólo quiero saber si nos vamos a ver. Además me acaban de dar la posibilidad de trabajar en una consultora como ayudante de investigación, por eso quiero celebrar.

Natalia: ¡Hay que rico! Ya, te cuento, estaba a punto de llamarte pero se me acabaron los minutos en mi celular y no tengo sencillo para comunicarme, pero lo iba a hacer[2]. Mira, en este bar no está pasando nada, así que nos vamos a al Bal le Duc, te espero allá.

Máximo: (Esperanzado aun). Ya poh, de allá somos.

Natalia: ¿En cuanto rato puedes llegar?

Máximo: En media hora estoy allá... te espero.

Natalia: Vale. Nos vemos...

Máximo: Nos vemos, besitos...

Teléfono: Tut... tut... tuuuuut...

Máximo: (Ah, ya cortó)…

Las micros de Santiago tienen esa cualidad extraña que siempre cuando se les necesita tardan en pasar, pero cuando requieres dormir te despiertan con sus bocinas durante la noche. En fin, muera Murphy.

La noche está en su plenitud aun. Bal le duc, antro de especímenes andrógenos está en su cenit igual. Parejas de vampiros de la "Casa Hammer", lesbianas experimentadoras (se llaman así ahora, no concretan nada y se mienten el doble), gay asumidos, gays circunstanciales, personajes con lentes oscuros en una noche de boca de lobo, alguno que otro perdido que en nada se asemeja a la cofradía espectral que habita el antro… fauna en general.

La entrada es acogedora.

Entrada : $ 3000.
Derecho a cover: Tut... tut... tuuuuuu...
Tragos: $ 2500... Hueones con... #*¬... cha ‘e... &%... su
madr..."·#{ es...
Cigarros: Ídem.

La espera:

Vueltas: Muchas.
Tiempo de espera: Dos horas cronométricas, reloj en la diestra, trago en la siniestra, pucho al medio... (En la boca)
Neuronas: - 96469 multiplicado por las circunstancias al infinito = falso éxito = tut... tut... tuuuuuu...

Así, veamos resultados…

Estoy deambulando por espacios oscuros, lugares en donde los extraños pululan como amebas, mezclándose en una suerte de animal extraño por donde salen exclamaciones de placer… odio, asco y sudor. Todos se tocan, todos se rozan, todos se miran, pero nadie se reconoce más allá de lo que realmente reniegan. Son los menos, pero dentro de este cubil son lo más. Juegan con sus sexos, con sus ficciones, con sus... ya saben... (cosas?). Disfrutan de su “androgenía", riéndose de su suerte... son los menos que ahora, en este espacio breve, son más.

Beben, se drogan, se dilatan, se erectan. ... se van... se corren... Los entes de la sub-terra, del sub-sole, sobreviven a los avatares diurnos de quienes los critican en horas productivas, socialmente definidas en páginas amarillas de diarios fascistoides[3], con espías de ojos azules y sexos escondidos, que se nutren de sus divisas (víctimas) desde antaño y que reniegan de su naturaleza absurdamente cínica. Son los choques de trenes ficticios que les dijeron cómo ser, cómo actuar, pero que los traicionan en bloggs absurdos, en matinales falsos, en sub-espacios de opinión... Son los proclamadores de ídolos muertos, de libertades comercializadas, de anhelos prostituidos en aquellas páginas, en dichas zonas de contactos falsas... son ellos. Los traidores... los socialmente aceptados en base a la moda de no serlo en realidad. Maldito cariño... ¿o amor?... ¡que ya no choquen más trenes ficticios!... ¡Viva la mañana!... pero a las tres a.m... ¡nunca a las 08:00! Eso es el alba para "los solos". A esa hora se duerme recién... ¡estúpidos!

Santiago, 2 a.m. Natalia nunca llegó. El hambre es menor a la pena. La pena es superior a la naturaleza. "Y yo la quería"[4] , más que al anhelo de ser un pérfido, por encima del ego de querer ser un asesino reconocido... la deseaba por encima a lo escrito y lo dicho (lo proclamado), más allá de lo pensado. La requería desde adentro, al lado del cariño, cercano al amor... a la proyección. (¿Erección?).

Son las 3 de la mañana. Natalia aun no llega...

¡Qué puedo hacer!... ¡nada!, sólo seguir pensando en que los unicornios no son azules[5], tan sólo profundamente pálidos y que no se pierden, simplemente los extraviamos por espacios de tiempo cortos. Pero siempre vuelven.

4 de la mañana... lo perdí... es más nunca lo tuve... peor aun... nunca llegó...

Santiago, 4:30 de la mañana. Aun tengo hambre y pena. Más lo segundo que lo primero. Camino por las calles grises de mi ciudad, mi gran urbe, en zigzagueos que más que hablar sobre mi estado de ebriedad son reflejo de mi ansia de esperanza perdida, de dar vuelta atrás, metros a la inversa y regresar a un espacio en donde sé estará ella. Pero todo es falso, acelero la marcha, para huir de la pena de no haberla visto.

"El cazador cazado es". Ha muerto en un intento vano de ver su piel gris y no alba. El cazador está senil, gastado y cansado. Ya no es lo pensado, tan sólo es una triste copia de lo real, lo presente, pero aún así lo niega. Después de unas horas lloraría la realidad de tan sólo ser un vil reflejo de lo mentalizado, la presa. ¡Vivan las putas!... Al menos te cobran, evitando el amargo sentir de la recompensa aminorada.

5 de la mañana, es Santiago, durante una madrugada de primavera cercana al vil verano. Las luces no se reflejan ya en el húmerdo asfalto, las brisas son cálidamente mortuorias. Los olores se entremezclan entre los varios que pululan en la maraña de artefactos putrefactos de las noches malogradas. Es "El Solo" quien les habla desde los mas profundo de su ser. "Soy solo, soy malogrado, soy Máximo minimizado". Sólo sé que nada puedo hacer... porque nada sé... pero, malditamente siento... dulce condena.


Y quisimos renacer, luego de la ausencia de lo que éramos,
posterior a la pérdida de lo que precisábamos ser,
después de lo que algún día soñamos.
Pero la vida se ríe de nosotros,
de manera sarcástica y cruel… infernal…
convirtiéndonos en títeres de las circunstancias,
en hijos de nuestros errores... una mala copia de nosotros mismos…

…“de lo que soñamos ser”…

“El paraíso perdido bien vale un infierno ganado”.

“Diario de El solo”.
Tiempo atrás.

_______________________________


[1] La sirena sigue cantando... el solo nuevamente embrujado.
[2] Otro canto más y ya van dos.
[3] Soy el quinto jinete del Apocalipsis, o la cuarta yegua, da lo mismo... algunos lo entenderán... ¡viva la patria multicolor!... al fin y al cabo son votos.
[4] ¡Viva Fulano!
[5] ¡Hay que ser muy huéon como para perder un unicornio azul!… con los pocos que quedan.

lunes, 9 de julio de 2007

Extracto de "El Diario de El Solo". Sobre Natalia... y ojo... ¡aun no empezamos!.

Natalia o el renacer frustrado de la bestia.

Máximo se encontraba desatado desde hace algunos días atrás. El haber experimentado la suerte de los vivos, los normales, los socialmente aceptados, lo había llevado a soñar con lares impropios a los suyos, a creer en historias urbanas en donde la felicidad es una meta real y no esa suerte de grial inexistente por el cual luchan los menos apreciados de la urbe.

El animal nuevamente andaba suelto, al acecho, esperando cercenar las delgadas gargantas de sus presas como una manera de vengarse del destino cruel que se le había deparado. Así como Vlad, y tantos otros, había maldecido el nombre de Dios por el hecho de negarle la posibilidad de ser feliz… ¡perversa e irónica maldición!... Sólo le quedaba buscar la propia felicidad en la desdicha de los demás. Pero esta suerte de monstruo era más humano y menos perfecto que aquellos que por largas noches acompañaron esas horas de lectura de luz baja en un rincón de nuestras habitaciones. El era el antihéroe que no siempre triunfaba… era el Dirty Harry.

Días atrás, estando en uno de los nuevos trabajos esporádicos, de esos que semanas después le traería grandes divisas, se decidió a llamar a su víctima. Natalia era esa suerte de niña mujer. Mitad virginal, mitad púber, tres tercios de ente deseable. Vestía de riguroso negro, casi espectral, pero a diferencia de la fauna "desagradable" de gordas negras embetunadas en talco, ella gozaba de esa delgadez cómplice envidiada por muchas. Rostro angelical, con rasgos de novicia, de falsa bondad. Cabellos negros que la recorrían hasta la mitad de su breve (In)existencia, los que matizaban con su blanca tez, suave, sin fallas, de fresca y “fría” porcelana. Ojos oscuros y vivos, casi lumínicos, tan intensamente azabache que uno casi podía reconocer en ellos el reflejo de aquella faz embrujada de los perdidos observantes. Pero eso era lo menor. Era su voz lo más cautivante y traicionero, era el canto de una sirena que irremediablemente te conducía a la perdición entre los arrecifes de un mar caudaloso en donde lo único que se podía escuchar, más allá del reventar de las olas, era esa risita malévola que ocultaba sus verdaderas intenciones. Como les decía, era de una voz tan engañosa que ha ratos recordaba ese hablar fatal de Simone Signoret y a ratos una vocecilla de ruiseñor, casi infantil, que perturbaba, te hacia soñar con parajes inexplorados por las partes de los hombres, por quebradas abiertas de vez en cuando regadas por la humedad esporádica de cierta lluvia. Una ilusión perfecta... pero mejor aun, una vil trampa que ocultaba su verdadera finalidad... destruir.


Máximo: Hola bonita, soy Máximo, cómo estas…

Natalia: Maaaax!... bien y tu... justo estaba pensando en ti[1]

Máximo: Bien, bien. Te llamaba por que quiero que salgamos. ¿Te parece si vamos a tomarnos algo este fin de semana? Algo a algún bar o algún lugar extraño por ahí...

Natalia: Si puede ser, no sería malo, este... emmmh... ¿tu sigues con el mismo teléfono?... yo te llamo para ver si...

Máximo: ¡Pero que onda mi niña!, ¡la cosa es simple!... ¿quieres salir conmigo?, ¡si o no!... la respuesta es simple...

Natalia: Si, si quiero (risas).

Máximo: Okey, te llamo y afinemos detalles.

Natalia: Te espero... (risas)[2]


Máximo sentía como el cazador resucitaba mejor que antaño, más claro, más valiente, más osado. Había conducido a su presa a la respuesta esperada sin mayor esfuerzo. Sentía que recuperaba la seguridad olvidada y que en las próximas horas consumaría su plan de ataque entre las exquisitas humedades virginales de Natalia, su Natalia... la de muchos… por ahora.... ¿De él?...

Sus colmillos comenzaban a agudizar el filo, proyectándose, y de su boca emanaban jugos de hambre, de animal al acecho. Sus pupilas dilatadas y sus feromonas se mezclaban con la adrenalina del momento. La bestia renacía, era más fuerte, más experimentada y estaba hambrienta… sedienta. Horas lo separaban de su éxito... sólo debía esperar y no enfriar las astas de su trampa... presto al acecho... para cercenar al final.

No pretendo aburrirlos con lo acontecido esos días de espera, que tan solo fueron perfectamente tres. Vamos al hecho en si.

Viernes, 20 horas. La bestia esta jadeante. Es el momento de concretar la caza del animalito. Comprende que es tiempo de comenzar el último movimiento de la escaramuza.


Máximo: Hola Natalia, habla Máximo... Bueno, te parece si te paso a buscar a tu cas...

Natalia: ¡Máximo!... Oh... justo estaba pensando en ti... Me vai a matar. ¡Pucha! me salió una despedida de un amigo que se va a España y tengo que ir. ¿Tu quieres venir conmigo?...

(Silencio... solo eso...)....

Natalia: Máximo… ¡Máximo!... ¿estas ahí?... alo....

Máximo: Este... eeeh.... bueno brrrr... grannn... este si... pep... pero....

Natalia: Máximo, ¿te pasa algo?... no te entiendo... ¿alo?... (Risas).

Máximo: No, no... Acá estoy... este bueno, vamos, pero dejamos lo nuestro para otro día...

Natalia: Ya, que rico... nos vemos... te llamo como a las diez y media... chau besos.

Máximo: Ya poh, espero tu llama....

Teléfono: Tut... tut... tuuuuu...

Máximo: do... ¡alo!... ¿Natalia?... ah, ya se fue....

Teléfono: tuuuuuuuuu..........


Viernes, 24 horas... Natalia aun no llama.
"El Solo", ídem. más que nunca.


________________________________

[1] Primer canto de la sirena.
[2] La trampa se empezaba a consumar.

martes, 3 de julio de 2007

Extracto de El Diario: "De por qué El Solo gusta tanto del Invierno".

Richard A. Wear
"Bison charge"


Había caminado una vez más por Irarrázaval rumbo a la casa. Era invierno, su mejor estación. Siempre había considerado dicha época superaba a todas las otras del año. Máximo Emiliano Soto Lobos conocía miles de formas de terminar con los comentarios de aquellas personas que una vez aproximada la primavera empezaban a dar numerosas explicaciones de lo feliz que estaban de saber que se terminaba el frío y comenzaban los calores de octubre. Para eso había confeccionado su propia categorización.

Estaban los Patriotas. Estos eran los primeros que comenzaban, según él, con la estupidez de la primavera. Si bien compartía ciertos puntos relacionados con el patriotismo vertido a litros, se burlaba constantemente de lo absurdo de sus explicaciones. El patriota era aquel que anhelaba la llegada de la primavera única y exclusivamente por el 18 de septiembre. Máximo consideraba que otorgarle aquella simplona razón era burdo, en cuanto a que el beber desaforadamente era una condición atemporal, más allá de las fechas. ¡No existe el motivo o la celebración para tomar!, existe sólo el hecho. El beber se podía aumentar en ciertas fechas como la mencionada, podía ser excusa, pero por ningún razón la fecha era el motivo... ¡es más!, el beber era el motivo de todo.

Las mariposas amorosas. Este segmento muy odiado por Máximo eran aquellas mujeres “nice” que todo lo poetizaban y que vivían una suerte de ecapullamiento durante el invierno, y así, cual mariposa que encerrada en su bolsa, renacían en primavera de manera hermosa, bellas interiormente y sobre todo exteriormente. Durante este período se sentían plenas, ellas mismas y eran felices… y hacían felices también a sus “amiguis”, pololos, papis, en fin, el mundo entero. ¡Estúpidas!. Lo único que apreciaba o mejor dicho rescataba de estas insensatas era el que “cual mariposa” primaveral desplegaban sus alitas y dejaban al descubierto su avispado cuerpo, sus partes y carnes al ojo del cruel erecto espectador. Sí, le gustaba tan sólo la carne que aparecía, sin ambargo, él, por ser un estudioso de la estética en todas sus formas, se delei(calen)taba también en invierno con los cuerpos cubiertos, imaginando y descubriendo las formas a través de los abrigos, chombas, medias y bufandas. A esta última prenda le tenía especial cariño por los usos que le daba. Prefería las de hilo delgado y muy largas. Los nudos logrados eran más firmes.

Los eternos friolentos. A estos los consideraba seres mono sensitivos. No concebía que una persona pudiera dejar de lado todas sus emociones, sensaciones e imaginación por el sólo hecho de sentir frío de manera enfermizamente constante. Pensaba que durante los días de invierno, cuando la humedad se tornaba caldo de todos los días, las imágenes se tornaban más claras al ojo humano. Gozaba viendo los detalles de los cerros, los arbustos, un árbol divisado a la distancia, los colores nítidos, todo lo cual se perdía irremediablemente por la refracción de la luz del sol al chocar con los elementos. En los días de frío no existía límite al ojo humano. La mirada se tornaba felina, aguda, capaz de medir cualquier forma o movimiento. Odiaba cada vez que estando en un paseo en la playa o el campo escuchaba por parte de la compañía de momento el típico – ¡que lata que hace frío! -. En ese momento apretaba los dientes para no reír o increpar al fulano(a) por tan interesante comentario sobre las características del tiempo. Primero, la presencia de frío es obvia por ser invierno. Si se hubiese escuchado a él diciendo en verano – ¡que lata que hace calor! – se habría autoexiliado de la humanidad por lo obvio de su comentario. Él diría – que lata, se te gastó el perfume, se me pegó la ropa, la caca de perro huele peor, - etc.

Los calentones. Si bien los criticaba por falta de creatividad los entendía y compartía una suerte de placer culpable al aprobar el típico comentario de – que rico, se están destapando las minas –. Sólo a ellos los dejaba pasar, casi enterneciéndose ante el anhelo de aquellos que sin imaginación requerían de lo manifiesto para poder dar rienda suelta a sus válidos deseos carnales.

Los inconformistas. Sin comentarios. En invierno tenían tanto frío como calor en verano y siempre se quejaban. ¡Nada que hacer!.[1]



[1] Extracto “Diario de El Solo” (Original). Hace un tiempo atrás,
Durante un día de 2002, quién sabe cuál.


La Reina, Santiago.

En el comienzo del fin,
durante el ataque de las circunstancias…
tener que morir para ser otro… no es mala idea.

“El Solo”.

De los Partners de El Solo.


"Es gran sensación cuando aciertas y sabes que has acertado. De repente, siento mi brazo engrasado. El taco de billar es una parte de mí. ¿Sabes? El taco de billar tiene nervios. Puedes sentir cómo manda las bolas. Has realizado un tiro que nadie más hará. Y juegas de una manera que nadie más había jugado antes".

(Eddie Felson).




"Algunos hombres nunca llegarán a sentir algo así respecto a nada".

(Sarah Packard).


(De la película “The Hustler”, “El Buscavidas”, (1961),
dirigida por Robert Rossen y protagonizada por
Paul Newman y Piper Laurie).

viernes, 15 de junio de 2007

Otra Introducción. Aun no comenzamos.

Crónica de un sueño despertado.


Y quisimos soñar con ser dioses algún día,
con no sólo ser parte de un mundo de exitismos,
con ser más protagonistas que meros espectadores,
en ser un derrotero nuevo y no camino andado, en aventurarnos y no ser seguidores... en ser vanguardia, más allá de lo repetido...
Pero Morfeo se burla irónicamente en sueños gratos,
de esos que están presentes aun sin estar dormidos…
y así nos hace olvidar que algún tiempo atrás aún soñábamos...
hace tan sólo una noche...

Y asi…

El comienzo de la decadencia...el primer fondo. En lugares distintos previamente, juntos después de evadirse... acompañados en el mismo sueño... el paraíso perdido vale un infierno ganado...

Diario de El Sólo....

Linda, espero que tus sueños vayan aun más lejos...



Es aun la mitad del otoño, el frío ya es parte de mí, no existen molestias,
soy uno solo con él; las penas ya no calan, soy uno solo con ellas;
las ganas no marean… simplemente no existen.
Tener que morir para ser otro.

lunes, 21 de mayo de 2007

"Ella" o "Los motivos del Regreso de El diario de El Solo".

- Uno no escoge ser así - le dije…
-¡pero uno escoge dejar de serlo! - ... me respondió....


Antes de seguir con el diario les cuento en las siguientes entradas el motivo por el que he decidido continuar con el relato dejado hace un tiempo atrás. Por ahora seré breve, tomando en cuenta el hecho de que estas palabras no están contempladas en el diario original, no obstante, guardan total relación con todo o que más adelante les contaré desde el comienzo de la historia.

Es más, lo acontecido en el último tiempo fue lo que gatilló el que me decidiera terminar definitivamente el Diario. En cierta manera creo que finiquitando este proyecto se terminan muchas de las dolencias experimentadas desde hace unos 5 años atrás. Así como yo creo esto, de la misma manera espero que muchos de los que compartimos estas páginas, que son nuestras, puedan encontrar el dolor más fuerte que elimine la posibilidad de ese otro nuevo fondo del cual los solos nunca tratamos de huir.

Como siempre comienzo por el revés.

Durante la última semana Máximo sabía que todo lo acontecido durante su cumpleaños y el matrimonio de Rubén era parte de un nuevo frente de angustias que se aproximaban producto de las continuas discusiones con sus padres. Estos sin, tener conocimiento del daño, le habían hado por enésima vez el que a los treinta y tantos se quedase sin trabajo nuevamente. Unos tres meses atrás había desechado el cargo de encargado de terreno en una consultora mediana de la capital. El motivo, jugársela, por algo menos seguro pero que en le fondo le significaba subir en la escala laboral. Un trabajo mas deacorde a lo que él había estudiado y que si todo resultaba bien le significaría engrosar su paupérrimo curriculum de manera tal que pudiese al cabo de un año salir al mercado con un plus distinto a todos los conseguidos. Todo parecía perfecto hasta el ataque de las malditas circunstancias.

Llevando dos estudios realizados en el Centro, Máximo recibió la triste noticia de que este sería cerrado al menos para el área nacional, espacio en el cual se desempeñaba como investigador. Al comunicárselo a sus padres, a modo de anécdota, se encontró con las palabras que pensó ya estaban erradicadas producto de los aciertos del último tiempo.

En resumen: Te lo dije, no sirves para nada, de nuevo lo mismo, etc, etc...

Todo esto le había producido el volver a experimentar esa suerte de malestares y voces que le hacían tratar de tomar decisiones extremas. Los viajes en el metro le eran interminables, angustiosos, mientras sentía el halito asqueroso de los capitalinos en vagones estrechos lo que tiempo atrás parecían una suerte de tren transiberiano. Ahora no eran más grandes que las antiguas góndolas que pululaban en Santiago previo al Golpe. En sus momentos de tranquilidad, concepto claramente metafórico ya que nunca la tenía, pensaba en la manera de evitar a toda costa que sus problemas fuesen traspasados a ella. Ya tenía un mal antecedente cuando un mes antes, para su cumpleaños y después de una pelea con su padre había experimentado la primera vía de escape en meses... Alcohol!!!... Qué hacer!!!... una más y la suerte estaba echada.

Viernes 11, 11 horas antes del matrimonio. Llamada:


Ella: Max!.... hola, soy yo. Acabo de llegar a Santiago y…

Máximo: ¡(…)[*] que bueno!, ¿dónde estás, en el Terminal… como estas… a donde te tienes que ir, tienes tarjeta Bip… como llegaste?…(ya lo pregunté)… esteee…

Ella: Max (risas), ¡para!, estoy acá…no tengo esa tarjeta pero…

Máximo: Voy para allá. Espérame que yo te voy a dejar a la casa de tu tía…ahí te vas a quedar cierto, a claro ya me lo habías dicho…. Espérame, voy volando en el Transantiago!!!


Metro saturado. Sudor, vértigo, malestares y las voces. Ella está tranquila pero algo incómoda. Le habla por algunos minutos hasta el momento en que Máximo puede seguir escuchándola. Quiere solo oírla, verla a los ojos, pero le es imposible, sus demonios son más fuertes. Por un momento cree que lo logrará. Se concentra en ese color verde oscuro de sus ojos, de un marrón extraño, en su voz infantil y en los gestos involuntarios de sus ojos y boca mientras habla, todo lo cual la vuelve ingenuamente más hermosa. Sus fuertes cejas se contraponen a es actitud adolescente que irradia a pesar de sus recién 24 años. A ratos niña, a ratos mujer, a ratos encantadora y en ciertos momentos fría, dura… pero hermosa. Estaba perdido, pero en cierta manera ella lo salvaba… los demonios se marchaban. Era Natalia y su cantar de sirena que enviaba a los marineros al filo de los arrecifes, sin embargo la diferencia recaía en que sus imperfecciones la convertían en algo menos idealizado, menos cruel al ojo, más real y por ende alcanzable. Ella no era Natalia. Después sabrán la diferencia.

Les hablaba de las imperfecciones. ¡Qué lindas imperfecciones!. Al sonreír se escapaba, por donde nacía su sonrisa en el costado derecho, un pequeño diente que no cuadraba con el resto. Si bien se hacia notar, este se convertía en un sello que reflejaba esa belleza adolescente que les mencionaba, casi púber. Sus pequeños brazos, que casi no alcanzaban nada, le quitaban parte de esa finura que Fídias buscaba en sus obras. De piernas pequeñas, cortas pero estilizadas, bien formadas, busto pequeño y una breve abultamiento abdominal. Pero saben, el conjunto era maravilloso. ¡Para que detenerse en detalles!, si bien son lo que conforman las cosas y el reflejo de lo que realmente nos gusta de estas, en ella no eran nada más que la sumatoria de un todo hermoso. Por ende pasaban a ser nada cuando uno la miraba, la escuchaba, y se perdía en esos ojos color bosque.

Llamado… celular… ella se desconcentra y no escucha el ruido. Máximo ve quien llama. Su padre, rompiendo el momento… Los demonios comienzan a volver. Corte apresurado.

Ella gira su cabeza y continúa hablándole. Máximo intenta volver en si… mejor dicho volver en ella. Pero nada. Sudor, nuevamente sudor y angustia. Segundo llamado y Máximo gira sobre si, aprovechando un movimiento de entrada y salida de la estación, para poder escabullirse y contestar. De esa conversación ni recuerdos que tengamos Máximo y yo… Nada, solo dolor y escapar, tratar de que ella no lo perciba… Está a punto de pedirle que no lo acompañe al matrimonio, pero no puede. Ha venido de tan lejos y cree poder estar tranquilo para el día, aun sabiendo que debe cruzar la mita de Santiago nuevamente para llegar a su hogar y estudiar para el Diplomado.

Angustia, roce de personas, olores, voces y más roces… no hay aire… atrás de él, Ella. Es lo único que no le molesta, aun así lo angustia… por lo mismo… qué hacer…

Se abren las puertas y Máximo huye unos pasos para secar su sudor y tratar de componer su rostro. Ella lo mira con cierto recelo, aun así le sonríe y juntos se dirigen rumbo a las afueras de la estación. En el exterior el frío nuevamente trae tranquilidad al alma de Máximo, quien ya sabe que el peligro ya está, que pronto sus demonios lo atacarán si no se cuida. Decide marcharse rápido después de dejar a Ella.

1:00 a.m. Ella lo llama mientras cena apresuradamente para estudiar. Que sensación más tranquila… su voz… su risa…sus imperfecciones.

Día del matrimonio. Máximo no puede creer lo mal que le fue la prueba del diplomado. Ella llega atrasada mientras Toño y Dani lo miran impacientes. Plancha su vestido lo más rápido posible mientras Ella se ducha. Todo normal… primer llamado… segundo… no existe un tercero…. Hubiese preferido tenerlo, habría tomado la decisión de no ir…

Silencio…Ella esta hermosa, pero silencio. Taxi…en silencio. Cena… en silencio… Baile…baile…baile...bar...darle al bar… bar... bar...

Fin de todo… los demonios ganaron otra vez…
Otro día les cuento los detalles…
Una semana después. Domingo 20 de mayo...
una llamada de Ella... explicaciones...


- Uno no escoge ser así -
... le dije …
-¡pero uno escoge dejar de serlo! -
... me respondió ...


San Vicente de T.T. 4.42 de la madrugada, 11 horas
exactas después de haber recibido su llamada. Es otoño y el frío
ya no me gusta como antes, la soledad lo hace insoportable.
Diario de El Sólo.

[*] En adelante la llamaremos Ella. Su nombre aun causa dolor.

lunes, 7 de mayo de 2007

Diario Paralelo: "Virginia, la par de El Solo".

"Sleeping Woman"
Henri Cartier-Bresson, 1935.


Virginia.


Virginia Rosario. Delgada como una lágrima de lámpara, como el haz de luz que se escurre por los vitrales de las catedrales, como el silbido de la brisa marina... ella era Virginia. Algo más que la forma perfecta, simplemente el deseo de muchos en la vida.

Caminaba de manera armónica, serpenteando por las grises aceras de Santiago, sintiéndose ausente de dichos suelos, añorando aplastar las veredas de ciudades extrañas, lejanas, de continentes de ensueño, de paraísos perdidos y anhelados. Ella era Virginia.

Suerte de elfo, de personaje mítico, de unicornio descuernado; existía desde una suerte de ausencia presencial. Infinitas veces pasaba desapercibida antes los ojos de los normales sólo hasta cuando se hacia escuchar, detrás de una suave voz amielada que resonaba imperenne cuando a solicitud de su ego requería hacerse notar. Pero ella no lo sabía así... ella era Virginia.

La novia de la muerte, la amada secreta de Jack, reina de su extraño mundo. Requería un ancla social que la aferrase a un suelo impropio, impersonal. Luchaba por encontrar esa fuerza que le gritase – quédate conmigo, en estos lares, olvida los sueños, tus anhelos –... pero ella soñaba y requería escapar... lo inevitable la destruía y reafirmaba su decisión. Ni la sangre ni el amor le eran suficiente... pero aun no lo sabía... ella era Virginia.

Muchos desearon su inteligencia, su claridad, su empuje, su fuerza. Habría dado la mitad de mi ser por ser la cuarta parte del suyo. Los comunes no habrían escatimado en esfuerzos por robarle una breve parte de su naturaleza para complementar la propia. Los peores habrían soñado devorarse para renacer como ella... simplemente bella, encantadora y locuaz... pero ella no lo sabía.

Las extrañas circunstancia guiadas por los terceros de la vida le habían hecho ver que era todo lo contrario a aquello envidiado por el resto. Los entes sociales, celosos, la hacían sentir que ella era parte de los comunes sin realmente serlo, tan solo porque entendían que cada vez que un extraño se despega del grupo es inevitable el nacimiento del dolor, aquel que te dice ser parte de los normales y no de los iluminados de este juego... pero ella no lo sabía.

Virginia soñaba durante sus largos trayectos en aquel mundo distante del cual se sentía arrancada de nacimiento, pero perteneciente por inherencia. Aun así su mayor enemigo eran ella misma y él. Mientras descansaba en su cubil urbano, en su soledad, cierto fantasma le borraba los recuerdos de su vida pasada, haciéndola entrar en depresiones no buscadas, no merecidas. Entonces su mundo extraño y hermoso se apagaba, para dar paso a la existencia rancia de las aceras grises de Santiago. Intolerancia, vacío e ignorancia eran los secuaces del fantasma, capitaneados por su propia persona, quien les habría la puerta del cubil, para contaminarlo... eso si lo sabía... pero lo omitía.

Virginia, la hermana del solo, la cómplice de las circunstancias no esperadas, la heredera del autoengaño, lloraba ese día en su reino de sueños lejanos. Estaban a la mano, tras una decisión que no era tomada, tras un llamado falso, un grito de ayuda cínico y personalista... pero ella era Virginia y requería sacrificarse... eso si lo sabía.

Virginia, la que se niega a vivir, la que no busca ser feliz... Virginia, la que rehúsa ser menos virgen y más mujer... Virginia, la que puede ser feliz, pero que no es capaz de ver más allá de su recuerdo en el espejo... Virginia, la ciega... la única del club de los solos que retiene entre sus manos el salvoconducto para entrar y salir sin ser expulsada... Virginia, por favor, sal brevemente al mundo esperado por nosotros y cuéntanos como es... de lo contrario dame tu permiso. En estos lares hay pocos que pueden hacerlo, úsalo o entrégalo, no te lo quedes, mira que ni suicida ni mártir eres... tan solo Virginia, el sueño ignorado por muchos y sabido por pocos... simplemente los mejores.


¡Encuéntralos Virginia!... Quedan(mos) pocos.



El Solo, 13 de Diciembre de 2005.

Antes de continuar, teniendo en cuenta el peligro oculto tras las circunstancias de la vida, comienzo por el final: "Epitafio para mi muerte".

"The Cellist".
Robert Doisneau.
1957.
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"Introducción Diario de El Solo".

(Para acompañar al epitafio en caso de muerte prematura).


En el escenario de la vida, en los diversos espacios que esta me ofrece, en los picos fríos donde me escondo de los normales, en la inmensidad de mi mundo interno, más allá de los lares donde mi conciencia tiene conocimiento… estoy.

Y esta es mí obra, esto es lo que me queda, esto es lo que preciso decir… esto es el “Diario de El Solo”, mi mundo, el nuestro. Más abajo los fondos desconocidos a los que llegaremos. Y estoy, yo y mi obra, mi réquiem, mi esencia, la de ustedes, la nuestra… soy el maestro de mi muerte, "tener que morir para ser otro"… Esta es mi música, mis letras… esto es “El Diario de El Solo”.

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Epitafio para mi muerte.

“No dejen flores, llantos ni rezos.
Simplemente descubran sus cabezas,
quítense el vil (falso) sombrero y sonrían.
Porque aquí yace la Boa que se comió al Elefante”.

Para mi amada

“Espérame con té caliente en la sala
y una copa de brandy en la cama.
Cuentan que el Limbo es un poco helado”.

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domingo, 6 de mayo de 2007

Introducción tardía.... tiempo después de iniciado el diario.

Introducción.


Han pasado dos veranos desde que se comenzaron a escribir las páginas del “Diario de el Solo” y las circunstancias son las mismas. No podrán decir que es poco lo avanzado, de hecho les cuento que, al momento de escribir esta introducción, por aburrimiento voy recién en la mitad de todo aquello que pretendo decir. Sin embargo, hace algunos minutos me acabo de percatar de que así como la vida me ha jugado malas pasadas, el tiempo y su andar irremediable también. En especial ese carácter cíclico que posee y que a ratos se apodera de la moda, de los recuentos de los normales, de los ires y venires en las tendencias y de uno que otro capítulo de repetición.

Como se darán cuenta más adelante se realizará una crítica a ciertos programas de televisión que levantan ídolos de clases distintas, con vidas diversas, con diálogos globalizados, entuertados (más que el mío) y que hablan de las desventuras de una clase de personas que, teniéndolo todo, por aburrimiento experimentan el fastidio de la vida, pero de una manera novelesca y televisiva, con pincelazos de divismo que hacen parecer al dolor como un estadio casi similar a la moda de temporada y que luego se va con los diseños que abundarán durante la próxima estación estival. Sí, ídolos... si, treitones con vidas deseadas y aburridas que en un afán de tratarlas de una manera más real le son sumados conflictos inventados, casi absurdos, forzados, como queriendo tener la intención de hacerlos más reales y humanos. Cuando se tiene esas vidas descritas las palabras son tranzadas en nuestra mente por logros, especies, artefactos y una que otra vacación o viaje a lugares exóticos para el común de los mortales. Me río... no hay nada más exótico que los límites traspasados de nuestra propia mente llevados al acto mismo de su realización. Me rió... buscan lo exótico en planes vacacionales, en citas forzadas, en servicios de escorts por internet y lo mejor de todo es que se ahorrarían un dineral si se volcaran a sus propias experiencias... total me da lo mismo... ¡gasten!.... justifiquen el vil sistema. En cambio, es esta vida que leerán e imaginarán en donde las verdaderas palabras afloran en nuestra testa trasformándose en universos extraños, en avatares y escaramuzas urbanas reales, llevadas por la pena, la soledad, el fatalismo y el amor a lo perdido. La añoranza de lo nunca obtenido es más fuerte que el recuerdo de lo perdido. Con esto les digo que han sido engañados. Aquellos que lloran lo extraviado al menos les queda el consuelo de haber sido, de haber tenido. Pero que queda para la triste alma consiente que sabe que nunca tendrá aquello que en nuestros sueños nos ahoga e inevitablemente transforma nuestras vidas en una pesadilla dantesca... o miltoniana... el paraíso perdido... o más bien... nunca obtenido. La negación a la posibilidad de ser es más dura aun que la negación a lo ya tenido. Simplemente te rebaja a una condición subhumana. El sistema es cruel, pero más aun cuando penetra en tu privacidad, en tu mente, en tu conciencia, diciéndote que ni siquiera puedes optar, que estas, así como Calvino decía, predestinado por nacimiento a ser lo que los demás no quieren ser.

Me río... Ídolos treintones, exitosos y llorones. Esta es la historia de los otros ídolos, aquellos que teniendo la posibilidad cierta no tienen derecho a optar a un cupo en el plano de los normales. Esta es la historia de aquellos entes que siendo claros de mente, saben que aun más allá de cualquier esfuerzo su destino está construido con suma negativa. Esta es la historia de los subhumanos que soñaron en la cuna del despertar adolescente con ser grandes hombres, pero que en el momento de llegar a serlo se dieron cuenta que de grande ya no tenían nada y de humano sólo la denominación... pero que por esencia, eran tan sólo eso, lo dicho anteriormente... entes.

Al momento de escribir esta primera introducción pretendo hacer una protesta formal frente a todas esas otras historias que marginan a los verdaderos “solos” del sistema. Vemos a diario en películas a grandes personajes, a profesionales que pierden momentáneamente sus trabajos y que se hunden en un mar de penas triviales, vemos a los ganadores, pero también a los perdedores, a los marginales, a los sin suerte, a los traficantes, los pandilleros, los drogos, los pungas etc. Pero, qué pasa con aquellos que teniendo el mundo en sus manos se les fue negado por las diferentes circunstancias de la vida. Aquellos que teniendo en cuenta lo potente que eran realizaron una mala combinación en la proyección de sus vidas, aquellos que queriendo ser más terminaron siendo menos que el resto.

Esta es la historia de los Armony Blaine, de los Chinansky, de los protagonistas de Mauriac… de todos ellos... Esta es la historia de Máximo Emiliano Soto Lobos... Este es “El diario de el Solo”.


Providencia, verano de 2006.
3 de enero, son las 2:58 am y aun hace calor.

El diario de "El Solo"

Revista “Gatopardo”, sábado 5 de junio de 2007, unos tres años después de iniciado el diario. “Se Arrienda”, película del “aclamado” “cineasta” Fugget; “El sólo”, primer disco de cierto Animador-periodista; teleseries nocturnas de canales nacionales con sus clichés y guiños de los ’80; La primera Cumbre del Rock Chileno (sección viejos vinagres de la ya mencionada década), entre otros; son una suerte de Salieris de lo que ya está escrito en estas páginas que les entregaré. Así como Amenábar lloró de impotencia al ver “Sexto Sentido”, de la misma forma yo me encolerizo al ver frases plagiadas de una historia iniciada en la etapa más oscura de la pre y post tercera década.

Sin embargo, la diferencia es que ésta es la historia de muchos de nosotros, los simples, los que fuimos denominados “un proyecto” y perdimos el camino; de los que carecieron de dicha denominación bastarda que te limita antes de permitirte nacer realmente, que te define en un tiempo en el cual concretamente debemos ser nada, para conocerlo todo y después decidir; de los que creyeron en sueños y de aquellos que nunca los tuvieron, de todos aquellos, esos que nunca llegaron a crecer, aun así teniendo trabajo o siendo cesantes de calva incipiente… Este es el relato de quienes se preguntan aun: ¿qué nos pasó?


El Sólo, San Vicente de T. T. Sábado 05 de Mayo de 2007.
Es otoño, entrada la noche y el frío es casi perfecto.