lunes, 21 de mayo de 2007

"Ella" o "Los motivos del Regreso de El diario de El Solo".

- Uno no escoge ser así - le dije…
-¡pero uno escoge dejar de serlo! - ... me respondió....


Antes de seguir con el diario les cuento en las siguientes entradas el motivo por el que he decidido continuar con el relato dejado hace un tiempo atrás. Por ahora seré breve, tomando en cuenta el hecho de que estas palabras no están contempladas en el diario original, no obstante, guardan total relación con todo o que más adelante les contaré desde el comienzo de la historia.

Es más, lo acontecido en el último tiempo fue lo que gatilló el que me decidiera terminar definitivamente el Diario. En cierta manera creo que finiquitando este proyecto se terminan muchas de las dolencias experimentadas desde hace unos 5 años atrás. Así como yo creo esto, de la misma manera espero que muchos de los que compartimos estas páginas, que son nuestras, puedan encontrar el dolor más fuerte que elimine la posibilidad de ese otro nuevo fondo del cual los solos nunca tratamos de huir.

Como siempre comienzo por el revés.

Durante la última semana Máximo sabía que todo lo acontecido durante su cumpleaños y el matrimonio de Rubén era parte de un nuevo frente de angustias que se aproximaban producto de las continuas discusiones con sus padres. Estos sin, tener conocimiento del daño, le habían hado por enésima vez el que a los treinta y tantos se quedase sin trabajo nuevamente. Unos tres meses atrás había desechado el cargo de encargado de terreno en una consultora mediana de la capital. El motivo, jugársela, por algo menos seguro pero que en le fondo le significaba subir en la escala laboral. Un trabajo mas deacorde a lo que él había estudiado y que si todo resultaba bien le significaría engrosar su paupérrimo curriculum de manera tal que pudiese al cabo de un año salir al mercado con un plus distinto a todos los conseguidos. Todo parecía perfecto hasta el ataque de las malditas circunstancias.

Llevando dos estudios realizados en el Centro, Máximo recibió la triste noticia de que este sería cerrado al menos para el área nacional, espacio en el cual se desempeñaba como investigador. Al comunicárselo a sus padres, a modo de anécdota, se encontró con las palabras que pensó ya estaban erradicadas producto de los aciertos del último tiempo.

En resumen: Te lo dije, no sirves para nada, de nuevo lo mismo, etc, etc...

Todo esto le había producido el volver a experimentar esa suerte de malestares y voces que le hacían tratar de tomar decisiones extremas. Los viajes en el metro le eran interminables, angustiosos, mientras sentía el halito asqueroso de los capitalinos en vagones estrechos lo que tiempo atrás parecían una suerte de tren transiberiano. Ahora no eran más grandes que las antiguas góndolas que pululaban en Santiago previo al Golpe. En sus momentos de tranquilidad, concepto claramente metafórico ya que nunca la tenía, pensaba en la manera de evitar a toda costa que sus problemas fuesen traspasados a ella. Ya tenía un mal antecedente cuando un mes antes, para su cumpleaños y después de una pelea con su padre había experimentado la primera vía de escape en meses... Alcohol!!!... Qué hacer!!!... una más y la suerte estaba echada.

Viernes 11, 11 horas antes del matrimonio. Llamada:


Ella: Max!.... hola, soy yo. Acabo de llegar a Santiago y…

Máximo: ¡(…)[*] que bueno!, ¿dónde estás, en el Terminal… como estas… a donde te tienes que ir, tienes tarjeta Bip… como llegaste?…(ya lo pregunté)… esteee…

Ella: Max (risas), ¡para!, estoy acá…no tengo esa tarjeta pero…

Máximo: Voy para allá. Espérame que yo te voy a dejar a la casa de tu tía…ahí te vas a quedar cierto, a claro ya me lo habías dicho…. Espérame, voy volando en el Transantiago!!!


Metro saturado. Sudor, vértigo, malestares y las voces. Ella está tranquila pero algo incómoda. Le habla por algunos minutos hasta el momento en que Máximo puede seguir escuchándola. Quiere solo oírla, verla a los ojos, pero le es imposible, sus demonios son más fuertes. Por un momento cree que lo logrará. Se concentra en ese color verde oscuro de sus ojos, de un marrón extraño, en su voz infantil y en los gestos involuntarios de sus ojos y boca mientras habla, todo lo cual la vuelve ingenuamente más hermosa. Sus fuertes cejas se contraponen a es actitud adolescente que irradia a pesar de sus recién 24 años. A ratos niña, a ratos mujer, a ratos encantadora y en ciertos momentos fría, dura… pero hermosa. Estaba perdido, pero en cierta manera ella lo salvaba… los demonios se marchaban. Era Natalia y su cantar de sirena que enviaba a los marineros al filo de los arrecifes, sin embargo la diferencia recaía en que sus imperfecciones la convertían en algo menos idealizado, menos cruel al ojo, más real y por ende alcanzable. Ella no era Natalia. Después sabrán la diferencia.

Les hablaba de las imperfecciones. ¡Qué lindas imperfecciones!. Al sonreír se escapaba, por donde nacía su sonrisa en el costado derecho, un pequeño diente que no cuadraba con el resto. Si bien se hacia notar, este se convertía en un sello que reflejaba esa belleza adolescente que les mencionaba, casi púber. Sus pequeños brazos, que casi no alcanzaban nada, le quitaban parte de esa finura que Fídias buscaba en sus obras. De piernas pequeñas, cortas pero estilizadas, bien formadas, busto pequeño y una breve abultamiento abdominal. Pero saben, el conjunto era maravilloso. ¡Para que detenerse en detalles!, si bien son lo que conforman las cosas y el reflejo de lo que realmente nos gusta de estas, en ella no eran nada más que la sumatoria de un todo hermoso. Por ende pasaban a ser nada cuando uno la miraba, la escuchaba, y se perdía en esos ojos color bosque.

Llamado… celular… ella se desconcentra y no escucha el ruido. Máximo ve quien llama. Su padre, rompiendo el momento… Los demonios comienzan a volver. Corte apresurado.

Ella gira su cabeza y continúa hablándole. Máximo intenta volver en si… mejor dicho volver en ella. Pero nada. Sudor, nuevamente sudor y angustia. Segundo llamado y Máximo gira sobre si, aprovechando un movimiento de entrada y salida de la estación, para poder escabullirse y contestar. De esa conversación ni recuerdos que tengamos Máximo y yo… Nada, solo dolor y escapar, tratar de que ella no lo perciba… Está a punto de pedirle que no lo acompañe al matrimonio, pero no puede. Ha venido de tan lejos y cree poder estar tranquilo para el día, aun sabiendo que debe cruzar la mita de Santiago nuevamente para llegar a su hogar y estudiar para el Diplomado.

Angustia, roce de personas, olores, voces y más roces… no hay aire… atrás de él, Ella. Es lo único que no le molesta, aun así lo angustia… por lo mismo… qué hacer…

Se abren las puertas y Máximo huye unos pasos para secar su sudor y tratar de componer su rostro. Ella lo mira con cierto recelo, aun así le sonríe y juntos se dirigen rumbo a las afueras de la estación. En el exterior el frío nuevamente trae tranquilidad al alma de Máximo, quien ya sabe que el peligro ya está, que pronto sus demonios lo atacarán si no se cuida. Decide marcharse rápido después de dejar a Ella.

1:00 a.m. Ella lo llama mientras cena apresuradamente para estudiar. Que sensación más tranquila… su voz… su risa…sus imperfecciones.

Día del matrimonio. Máximo no puede creer lo mal que le fue la prueba del diplomado. Ella llega atrasada mientras Toño y Dani lo miran impacientes. Plancha su vestido lo más rápido posible mientras Ella se ducha. Todo normal… primer llamado… segundo… no existe un tercero…. Hubiese preferido tenerlo, habría tomado la decisión de no ir…

Silencio…Ella esta hermosa, pero silencio. Taxi…en silencio. Cena… en silencio… Baile…baile…baile...bar...darle al bar… bar... bar...

Fin de todo… los demonios ganaron otra vez…
Otro día les cuento los detalles…
Una semana después. Domingo 20 de mayo...
una llamada de Ella... explicaciones...


- Uno no escoge ser así -
... le dije …
-¡pero uno escoge dejar de serlo! -
... me respondió ...


San Vicente de T.T. 4.42 de la madrugada, 11 horas
exactas después de haber recibido su llamada. Es otoño y el frío
ya no me gusta como antes, la soledad lo hace insoportable.
Diario de El Sólo.

[*] En adelante la llamaremos Ella. Su nombre aun causa dolor.

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