jueves, 26 de julio de 2007

De los partners de El Solo. Seuda introducción para irnos conociendo.

"Arrebol nº 2".
San Vicente de Tagua Tagua, El Cristo.
Invierno de 2007.
El Solo, el autor.


Y así vamos domesticándonos,
en estos espacios,
¡nuestro espacio!…
el de ustedes.

A esta hora, después del arrebol,
cuando todos somos negros,
al igual que los gatos de Doisneau,
los siento…

¡Dentro de mí,
siendo parte de mi,
casi conformando mi carne!…
¡amigos míos!

Están lejos pero me cubren a toda hora,
con sus palabras, con sus pensamientos,
con su llegada… con su presencia.
Así la ausencia no es tal, es sólo un número…

una distancia…

Y de esa manera se acercan, me cobijan,
me duermen toda noche,
mis noches,
nuestras noches.

Los sueño, los recreo, los adoro...
... y en mis veladas los arropo,
siendo solo uno en este frío,
yo y ustedes… "nosotros".

El arrebol ya no existe,
el manto negro ha caído
y aun así los veo,
están en mi…

como en todas las noches de este tiempo.

Son mi mente y mi carne,
son mi alegría que ahuyenta el llanto,
son mis penas ya esparcidas y abandonadas...
Son el preámbulo del nuevo día.

Así término esta página, este espacio, con esta imagen…
El atardecer constante bien vale un amanecer, tan sólo uno…
Son sus manos quienes plasman el color,
ustedes me lo han entregado.

Y créanme que más pronto que tarde
estaremos compartiendo un buen vino
bajo los mismos colores,
acá o quizás en otros lugares.
Pero tengan presente una cosa…
Como ya les dije, serán los mismos colores.




"Nocturna nº 3".
San Vicente de Tagua Tagua, El Cristo.
Invierno de 2007.
El Solo, el autor.


Duerman bien.
"Tener que morir para ser otros".



El Sólo, (muy ebrio).
Invierno de 2007.




miércoles, 25 de julio de 2007

Otra introducción: "El imperio de las circunstancias, nuestro Infierno ganado".

"Nocturna nº 2, Pira de álamos".
San Vicente de Tagua Tagua. El Cristo.
Otoño de 2007, (3 de Julio de 2007).
El Solo, el autor.




(Previa)



Reafirmo… El paraíso perdido vale un infierno ganado...

Mañana u otro día les muestro el último segundo,

El imperio de las circunstancias no buscadas…

Esa noche, aquel infierno…



(Continuación)



"El imperio de las circunstancias, nuestro Infierno ganado"



Y acá nos encontramos, a segundos de la nada.

A los lejos, en el horizonte,tan sólo un recuerdo de lo que éramos…

Un breve y rojo destello,

Ahogándose con nosotros.



Más cerca, frente a nuestros ojos,

aun persiste una idea de lo que nos rodeaba.

Los álamos coronan el límite de todo aquello que fué.

Ya nada queda, sólo una imagen de ciertos ocres,

una breve ilusión de cuando iluminábamos.



Se anuncia el fin y ya no fuimos dioses,

ni un intento de ser protagonistas…

No fuimos derrotero, menos camino andado…

Simplemente pasaron sobre nosotros,

Olvidándonos a un costado del camino.



Este es nuestro infierno,

El imperio de las circunstancias,

El cubil de nuestros errores…

Nuestra “nada”.



¡El paraíso perdido vale un infierno ganado!



Así todo:

Una esperanza aun?

Una idea…

Un recuerdo…

Una salida…



Cuál… después del arrebol,

una vez caído el manto oscuro,

siempre queda la posibilidad

de amanecer nuevamente…

Y no simplemente morir sin despertar.



¡Un paraíso por ganar bien vale una estadía previa en el infierno!




El Sólo, Invierno de 2007.

"De el Destirro de El Solo".





Otra introducción: Sobre el Destierro de El Solo.

"Arrebol nº 1".
San Vicente de Tagua Tagua, El Cristo.
Otoño de 2007. (martes 3 de julio de 2007).
El Sólo, el autor.



Arrebol, la luz que queda una vez que ha entrado el sol... Arrebol.

Así también ocurre con algunas personas,
tan sólo dejan un breve rastro de claridad,
toda vez que se han mostrado,
negando la ansiada luminosidad
después que nos han entregado.

Arrebol… el engaño mas certero.
¡Cuántas veces queremos perpetuar esos colores,
queriendo retenerlos, soñando con serlos…
pensando en dedicarlos!
¡Pero no!, estos mueren más rápido que la luz.

Arrebol… El paraíso perdido vale un infierno ganado...

Así lo único claro es la muerte de la claridad,
después de la fuga de los ocres.
Deseamos… ¡gritamos su presencia!
Y qué nos regala a cambio…
Tan sólo una certeza.

Cuál… que después del Arrebol,
luego de maravillarnos falsamente,
lo único claro es el manto oscuro,
la noche eterna sin su presencia.

Reafirmo… El paraíso perdido vale un infierno ganado...

Mañana u otro día les muestro el último segundo
El imperio de las circunstancias no buscadas…
Esa noche, aquel infierno…



Duerman bien…
En especial tú…

"De el Destierro de El Solo"

jueves, 12 de julio de 2007

Extracto de "El Diario de El Solo". Sobre Natalia, 2ª parte... y ojo... ¡aun no empezamos!.

La bestia herida
o
desencuentros en “Bal le duc
”.



Máximo: Natalia. Habla Máximo... que onda, quedé esperando tu llamada, dime si quieres salir conmigo o sino para llamar a otra persona...

Natalia: ¡Hay máximo!, ¡que pesaooo! (risas).[1]

Máximo: No es eso, sólo quiero saber si nos vamos a ver. Además me acaban de dar la posibilidad de trabajar en una consultora como ayudante de investigación, por eso quiero celebrar.

Natalia: ¡Hay que rico! Ya, te cuento, estaba a punto de llamarte pero se me acabaron los minutos en mi celular y no tengo sencillo para comunicarme, pero lo iba a hacer[2]. Mira, en este bar no está pasando nada, así que nos vamos a al Bal le Duc, te espero allá.

Máximo: (Esperanzado aun). Ya poh, de allá somos.

Natalia: ¿En cuanto rato puedes llegar?

Máximo: En media hora estoy allá... te espero.

Natalia: Vale. Nos vemos...

Máximo: Nos vemos, besitos...

Teléfono: Tut... tut... tuuuuut...

Máximo: (Ah, ya cortó)…

Las micros de Santiago tienen esa cualidad extraña que siempre cuando se les necesita tardan en pasar, pero cuando requieres dormir te despiertan con sus bocinas durante la noche. En fin, muera Murphy.

La noche está en su plenitud aun. Bal le duc, antro de especímenes andrógenos está en su cenit igual. Parejas de vampiros de la "Casa Hammer", lesbianas experimentadoras (se llaman así ahora, no concretan nada y se mienten el doble), gay asumidos, gays circunstanciales, personajes con lentes oscuros en una noche de boca de lobo, alguno que otro perdido que en nada se asemeja a la cofradía espectral que habita el antro… fauna en general.

La entrada es acogedora.

Entrada : $ 3000.
Derecho a cover: Tut... tut... tuuuuuu...
Tragos: $ 2500... Hueones con... #*¬... cha ‘e... &%... su
madr..."·#{ es...
Cigarros: Ídem.

La espera:

Vueltas: Muchas.
Tiempo de espera: Dos horas cronométricas, reloj en la diestra, trago en la siniestra, pucho al medio... (En la boca)
Neuronas: - 96469 multiplicado por las circunstancias al infinito = falso éxito = tut... tut... tuuuuuu...

Así, veamos resultados…

Estoy deambulando por espacios oscuros, lugares en donde los extraños pululan como amebas, mezclándose en una suerte de animal extraño por donde salen exclamaciones de placer… odio, asco y sudor. Todos se tocan, todos se rozan, todos se miran, pero nadie se reconoce más allá de lo que realmente reniegan. Son los menos, pero dentro de este cubil son lo más. Juegan con sus sexos, con sus ficciones, con sus... ya saben... (cosas?). Disfrutan de su “androgenía", riéndose de su suerte... son los menos que ahora, en este espacio breve, son más.

Beben, se drogan, se dilatan, se erectan. ... se van... se corren... Los entes de la sub-terra, del sub-sole, sobreviven a los avatares diurnos de quienes los critican en horas productivas, socialmente definidas en páginas amarillas de diarios fascistoides[3], con espías de ojos azules y sexos escondidos, que se nutren de sus divisas (víctimas) desde antaño y que reniegan de su naturaleza absurdamente cínica. Son los choques de trenes ficticios que les dijeron cómo ser, cómo actuar, pero que los traicionan en bloggs absurdos, en matinales falsos, en sub-espacios de opinión... Son los proclamadores de ídolos muertos, de libertades comercializadas, de anhelos prostituidos en aquellas páginas, en dichas zonas de contactos falsas... son ellos. Los traidores... los socialmente aceptados en base a la moda de no serlo en realidad. Maldito cariño... ¿o amor?... ¡que ya no choquen más trenes ficticios!... ¡Viva la mañana!... pero a las tres a.m... ¡nunca a las 08:00! Eso es el alba para "los solos". A esa hora se duerme recién... ¡estúpidos!

Santiago, 2 a.m. Natalia nunca llegó. El hambre es menor a la pena. La pena es superior a la naturaleza. "Y yo la quería"[4] , más que al anhelo de ser un pérfido, por encima del ego de querer ser un asesino reconocido... la deseaba por encima a lo escrito y lo dicho (lo proclamado), más allá de lo pensado. La requería desde adentro, al lado del cariño, cercano al amor... a la proyección. (¿Erección?).

Son las 3 de la mañana. Natalia aun no llega...

¡Qué puedo hacer!... ¡nada!, sólo seguir pensando en que los unicornios no son azules[5], tan sólo profundamente pálidos y que no se pierden, simplemente los extraviamos por espacios de tiempo cortos. Pero siempre vuelven.

4 de la mañana... lo perdí... es más nunca lo tuve... peor aun... nunca llegó...

Santiago, 4:30 de la mañana. Aun tengo hambre y pena. Más lo segundo que lo primero. Camino por las calles grises de mi ciudad, mi gran urbe, en zigzagueos que más que hablar sobre mi estado de ebriedad son reflejo de mi ansia de esperanza perdida, de dar vuelta atrás, metros a la inversa y regresar a un espacio en donde sé estará ella. Pero todo es falso, acelero la marcha, para huir de la pena de no haberla visto.

"El cazador cazado es". Ha muerto en un intento vano de ver su piel gris y no alba. El cazador está senil, gastado y cansado. Ya no es lo pensado, tan sólo es una triste copia de lo real, lo presente, pero aún así lo niega. Después de unas horas lloraría la realidad de tan sólo ser un vil reflejo de lo mentalizado, la presa. ¡Vivan las putas!... Al menos te cobran, evitando el amargo sentir de la recompensa aminorada.

5 de la mañana, es Santiago, durante una madrugada de primavera cercana al vil verano. Las luces no se reflejan ya en el húmerdo asfalto, las brisas son cálidamente mortuorias. Los olores se entremezclan entre los varios que pululan en la maraña de artefactos putrefactos de las noches malogradas. Es "El Solo" quien les habla desde los mas profundo de su ser. "Soy solo, soy malogrado, soy Máximo minimizado". Sólo sé que nada puedo hacer... porque nada sé... pero, malditamente siento... dulce condena.


Y quisimos renacer, luego de la ausencia de lo que éramos,
posterior a la pérdida de lo que precisábamos ser,
después de lo que algún día soñamos.
Pero la vida se ríe de nosotros,
de manera sarcástica y cruel… infernal…
convirtiéndonos en títeres de las circunstancias,
en hijos de nuestros errores... una mala copia de nosotros mismos…

…“de lo que soñamos ser”…

“El paraíso perdido bien vale un infierno ganado”.

“Diario de El solo”.
Tiempo atrás.

_______________________________


[1] La sirena sigue cantando... el solo nuevamente embrujado.
[2] Otro canto más y ya van dos.
[3] Soy el quinto jinete del Apocalipsis, o la cuarta yegua, da lo mismo... algunos lo entenderán... ¡viva la patria multicolor!... al fin y al cabo son votos.
[4] ¡Viva Fulano!
[5] ¡Hay que ser muy huéon como para perder un unicornio azul!… con los pocos que quedan.

lunes, 9 de julio de 2007

Extracto de "El Diario de El Solo". Sobre Natalia... y ojo... ¡aun no empezamos!.

Natalia o el renacer frustrado de la bestia.

Máximo se encontraba desatado desde hace algunos días atrás. El haber experimentado la suerte de los vivos, los normales, los socialmente aceptados, lo había llevado a soñar con lares impropios a los suyos, a creer en historias urbanas en donde la felicidad es una meta real y no esa suerte de grial inexistente por el cual luchan los menos apreciados de la urbe.

El animal nuevamente andaba suelto, al acecho, esperando cercenar las delgadas gargantas de sus presas como una manera de vengarse del destino cruel que se le había deparado. Así como Vlad, y tantos otros, había maldecido el nombre de Dios por el hecho de negarle la posibilidad de ser feliz… ¡perversa e irónica maldición!... Sólo le quedaba buscar la propia felicidad en la desdicha de los demás. Pero esta suerte de monstruo era más humano y menos perfecto que aquellos que por largas noches acompañaron esas horas de lectura de luz baja en un rincón de nuestras habitaciones. El era el antihéroe que no siempre triunfaba… era el Dirty Harry.

Días atrás, estando en uno de los nuevos trabajos esporádicos, de esos que semanas después le traería grandes divisas, se decidió a llamar a su víctima. Natalia era esa suerte de niña mujer. Mitad virginal, mitad púber, tres tercios de ente deseable. Vestía de riguroso negro, casi espectral, pero a diferencia de la fauna "desagradable" de gordas negras embetunadas en talco, ella gozaba de esa delgadez cómplice envidiada por muchas. Rostro angelical, con rasgos de novicia, de falsa bondad. Cabellos negros que la recorrían hasta la mitad de su breve (In)existencia, los que matizaban con su blanca tez, suave, sin fallas, de fresca y “fría” porcelana. Ojos oscuros y vivos, casi lumínicos, tan intensamente azabache que uno casi podía reconocer en ellos el reflejo de aquella faz embrujada de los perdidos observantes. Pero eso era lo menor. Era su voz lo más cautivante y traicionero, era el canto de una sirena que irremediablemente te conducía a la perdición entre los arrecifes de un mar caudaloso en donde lo único que se podía escuchar, más allá del reventar de las olas, era esa risita malévola que ocultaba sus verdaderas intenciones. Como les decía, era de una voz tan engañosa que ha ratos recordaba ese hablar fatal de Simone Signoret y a ratos una vocecilla de ruiseñor, casi infantil, que perturbaba, te hacia soñar con parajes inexplorados por las partes de los hombres, por quebradas abiertas de vez en cuando regadas por la humedad esporádica de cierta lluvia. Una ilusión perfecta... pero mejor aun, una vil trampa que ocultaba su verdadera finalidad... destruir.


Máximo: Hola bonita, soy Máximo, cómo estas…

Natalia: Maaaax!... bien y tu... justo estaba pensando en ti[1]

Máximo: Bien, bien. Te llamaba por que quiero que salgamos. ¿Te parece si vamos a tomarnos algo este fin de semana? Algo a algún bar o algún lugar extraño por ahí...

Natalia: Si puede ser, no sería malo, este... emmmh... ¿tu sigues con el mismo teléfono?... yo te llamo para ver si...

Máximo: ¡Pero que onda mi niña!, ¡la cosa es simple!... ¿quieres salir conmigo?, ¡si o no!... la respuesta es simple...

Natalia: Si, si quiero (risas).

Máximo: Okey, te llamo y afinemos detalles.

Natalia: Te espero... (risas)[2]


Máximo sentía como el cazador resucitaba mejor que antaño, más claro, más valiente, más osado. Había conducido a su presa a la respuesta esperada sin mayor esfuerzo. Sentía que recuperaba la seguridad olvidada y que en las próximas horas consumaría su plan de ataque entre las exquisitas humedades virginales de Natalia, su Natalia... la de muchos… por ahora.... ¿De él?...

Sus colmillos comenzaban a agudizar el filo, proyectándose, y de su boca emanaban jugos de hambre, de animal al acecho. Sus pupilas dilatadas y sus feromonas se mezclaban con la adrenalina del momento. La bestia renacía, era más fuerte, más experimentada y estaba hambrienta… sedienta. Horas lo separaban de su éxito... sólo debía esperar y no enfriar las astas de su trampa... presto al acecho... para cercenar al final.

No pretendo aburrirlos con lo acontecido esos días de espera, que tan solo fueron perfectamente tres. Vamos al hecho en si.

Viernes, 20 horas. La bestia esta jadeante. Es el momento de concretar la caza del animalito. Comprende que es tiempo de comenzar el último movimiento de la escaramuza.


Máximo: Hola Natalia, habla Máximo... Bueno, te parece si te paso a buscar a tu cas...

Natalia: ¡Máximo!... Oh... justo estaba pensando en ti... Me vai a matar. ¡Pucha! me salió una despedida de un amigo que se va a España y tengo que ir. ¿Tu quieres venir conmigo?...

(Silencio... solo eso...)....

Natalia: Máximo… ¡Máximo!... ¿estas ahí?... alo....

Máximo: Este... eeeh.... bueno brrrr... grannn... este si... pep... pero....

Natalia: Máximo, ¿te pasa algo?... no te entiendo... ¿alo?... (Risas).

Máximo: No, no... Acá estoy... este bueno, vamos, pero dejamos lo nuestro para otro día...

Natalia: Ya, que rico... nos vemos... te llamo como a las diez y media... chau besos.

Máximo: Ya poh, espero tu llama....

Teléfono: Tut... tut... tuuuuu...

Máximo: do... ¡alo!... ¿Natalia?... ah, ya se fue....

Teléfono: tuuuuuuuuu..........


Viernes, 24 horas... Natalia aun no llama.
"El Solo", ídem. más que nunca.


________________________________

[1] Primer canto de la sirena.
[2] La trampa se empezaba a consumar.

martes, 3 de julio de 2007

Extracto de El Diario: "De por qué El Solo gusta tanto del Invierno".

Richard A. Wear
"Bison charge"


Había caminado una vez más por Irarrázaval rumbo a la casa. Era invierno, su mejor estación. Siempre había considerado dicha época superaba a todas las otras del año. Máximo Emiliano Soto Lobos conocía miles de formas de terminar con los comentarios de aquellas personas que una vez aproximada la primavera empezaban a dar numerosas explicaciones de lo feliz que estaban de saber que se terminaba el frío y comenzaban los calores de octubre. Para eso había confeccionado su propia categorización.

Estaban los Patriotas. Estos eran los primeros que comenzaban, según él, con la estupidez de la primavera. Si bien compartía ciertos puntos relacionados con el patriotismo vertido a litros, se burlaba constantemente de lo absurdo de sus explicaciones. El patriota era aquel que anhelaba la llegada de la primavera única y exclusivamente por el 18 de septiembre. Máximo consideraba que otorgarle aquella simplona razón era burdo, en cuanto a que el beber desaforadamente era una condición atemporal, más allá de las fechas. ¡No existe el motivo o la celebración para tomar!, existe sólo el hecho. El beber se podía aumentar en ciertas fechas como la mencionada, podía ser excusa, pero por ningún razón la fecha era el motivo... ¡es más!, el beber era el motivo de todo.

Las mariposas amorosas. Este segmento muy odiado por Máximo eran aquellas mujeres “nice” que todo lo poetizaban y que vivían una suerte de ecapullamiento durante el invierno, y así, cual mariposa que encerrada en su bolsa, renacían en primavera de manera hermosa, bellas interiormente y sobre todo exteriormente. Durante este período se sentían plenas, ellas mismas y eran felices… y hacían felices también a sus “amiguis”, pololos, papis, en fin, el mundo entero. ¡Estúpidas!. Lo único que apreciaba o mejor dicho rescataba de estas insensatas era el que “cual mariposa” primaveral desplegaban sus alitas y dejaban al descubierto su avispado cuerpo, sus partes y carnes al ojo del cruel erecto espectador. Sí, le gustaba tan sólo la carne que aparecía, sin ambargo, él, por ser un estudioso de la estética en todas sus formas, se delei(calen)taba también en invierno con los cuerpos cubiertos, imaginando y descubriendo las formas a través de los abrigos, chombas, medias y bufandas. A esta última prenda le tenía especial cariño por los usos que le daba. Prefería las de hilo delgado y muy largas. Los nudos logrados eran más firmes.

Los eternos friolentos. A estos los consideraba seres mono sensitivos. No concebía que una persona pudiera dejar de lado todas sus emociones, sensaciones e imaginación por el sólo hecho de sentir frío de manera enfermizamente constante. Pensaba que durante los días de invierno, cuando la humedad se tornaba caldo de todos los días, las imágenes se tornaban más claras al ojo humano. Gozaba viendo los detalles de los cerros, los arbustos, un árbol divisado a la distancia, los colores nítidos, todo lo cual se perdía irremediablemente por la refracción de la luz del sol al chocar con los elementos. En los días de frío no existía límite al ojo humano. La mirada se tornaba felina, aguda, capaz de medir cualquier forma o movimiento. Odiaba cada vez que estando en un paseo en la playa o el campo escuchaba por parte de la compañía de momento el típico – ¡que lata que hace frío! -. En ese momento apretaba los dientes para no reír o increpar al fulano(a) por tan interesante comentario sobre las características del tiempo. Primero, la presencia de frío es obvia por ser invierno. Si se hubiese escuchado a él diciendo en verano – ¡que lata que hace calor! – se habría autoexiliado de la humanidad por lo obvio de su comentario. Él diría – que lata, se te gastó el perfume, se me pegó la ropa, la caca de perro huele peor, - etc.

Los calentones. Si bien los criticaba por falta de creatividad los entendía y compartía una suerte de placer culpable al aprobar el típico comentario de – que rico, se están destapando las minas –. Sólo a ellos los dejaba pasar, casi enterneciéndose ante el anhelo de aquellos que sin imaginación requerían de lo manifiesto para poder dar rienda suelta a sus válidos deseos carnales.

Los inconformistas. Sin comentarios. En invierno tenían tanto frío como calor en verano y siempre se quejaban. ¡Nada que hacer!.[1]



[1] Extracto “Diario de El Solo” (Original). Hace un tiempo atrás,
Durante un día de 2002, quién sabe cuál.


La Reina, Santiago.

En el comienzo del fin,
durante el ataque de las circunstancias…
tener que morir para ser otro… no es mala idea.

“El Solo”.

De los Partners de El Solo.


"Es gran sensación cuando aciertas y sabes que has acertado. De repente, siento mi brazo engrasado. El taco de billar es una parte de mí. ¿Sabes? El taco de billar tiene nervios. Puedes sentir cómo manda las bolas. Has realizado un tiro que nadie más hará. Y juegas de una manera que nadie más había jugado antes".

(Eddie Felson).




"Algunos hombres nunca llegarán a sentir algo así respecto a nada".

(Sarah Packard).


(De la película “The Hustler”, “El Buscavidas”, (1961),
dirigida por Robert Rossen y protagonizada por
Paul Newman y Piper Laurie).