lunes, 7 de mayo de 2007

Antes de continuar, teniendo en cuenta el peligro oculto tras las circunstancias de la vida, comienzo por el final: "Epitafio para mi muerte".

"The Cellist".
Robert Doisneau.
1957.
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"Introducción Diario de El Solo".

(Para acompañar al epitafio en caso de muerte prematura).


En el escenario de la vida, en los diversos espacios que esta me ofrece, en los picos fríos donde me escondo de los normales, en la inmensidad de mi mundo interno, más allá de los lares donde mi conciencia tiene conocimiento… estoy.

Y esta es mí obra, esto es lo que me queda, esto es lo que preciso decir… esto es el “Diario de El Solo”, mi mundo, el nuestro. Más abajo los fondos desconocidos a los que llegaremos. Y estoy, yo y mi obra, mi réquiem, mi esencia, la de ustedes, la nuestra… soy el maestro de mi muerte, "tener que morir para ser otro"… Esta es mi música, mis letras… esto es “El Diario de El Solo”.

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Epitafio para mi muerte.

“No dejen flores, llantos ni rezos.
Simplemente descubran sus cabezas,
quítense el vil (falso) sombrero y sonrían.
Porque aquí yace la Boa que se comió al Elefante”.

Para mi amada

“Espérame con té caliente en la sala
y una copa de brandy en la cama.
Cuentan que el Limbo es un poco helado”.

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